miércoles, 4 de mayo de 2011

¿Soy mexicana? ¿Qué es ser mexicano?

Soy mexicana. Desde niña he considerado mi nacionalidad como parte importante de mi identidad. Siguió siendo así cuando en la adolescencia descubrí que México son muchos Méxicos, muchas realidades muchos contrastes, mucha desigualdad. Cuando me encontré con todos los Méxicos --indígenas y mestizos-- marginados y olvidados y los hice también parte de mi identidad.

Viajar y vivir fuera de mi país me hizo preguntarme años después qué es ser mexicano. Porque mi nacionalidad era algo que fácilmente se diluía a los ojos de los demás cuando vestía sari en India, cubría mi cabeza al modo saharaui en Marruecos o viajaba de mochila al hombro por España y me tomaban por peruana o ecuatoriana.


El mapa que le costó a una marca de vodka amenazas de boicot y protestas neonazis. Porque hay gringos idiotas a los que les pesa que ciertos estados de su supuesto país en realidad nunca hayan dejado de ser México. Si dudan, vayan a Los Ángeles. Y México crece y crece, hasta Puebla York y más allá.


Por todo esto he redefinido mi identidad nacional. La he recompuesto con pedazos de lo que conozco, con trozos de lo que es mi país, pero también de lo que quisiera que fuera. Y me he enojado más de una vez por nuestra falta de voluntad nacional para hacernos un proyecto como país. Porque sí, hay algo que definitivamente nos hace mexicanos, algo que es difícil de definir o de aislar, pero que todos sabemos reconocer en nosotros mismos. Y sin embargo, no hemos logrado ponernos de acuerdo sobre lo que queremos ser como país, sobre los temas prioritarios de nuestra agenda social, económica y política. Sobre lo que queremos que pase, y, ni siquiera, sobre lo que ya NO queremos que pase.

Hoy un amigo escribió sobre la necesidad de redefinir símbolos de identidad nacional. Para mí no es necesario. Somos un pueblo de símbolos y estamos llenos de ellos. Basta mirar alrededor no sólo en el campo o en un mercado,  sino también en cualquier vagón del metro para encontrar nuestros símbolos, nuestras manifestaciones populares de identidad.


Frida, tan extranjera, tan mexicana. La identidad, ante todo, se elige, se construye.


Y claro, el Estado mexicano usa símbolos, sobre todo su vertiente priísta. Pregúntenle al Gavioto y la Gaviota con su boda. Para mí lo preocupante es justo que muchos fascistas usan muy bien los símbolos. Hitler lo sabía bien y el equipo tras del imbécil de Peña Nieto ahí la lleva.

Me considero muy mexicana, por más atípica que sea en muchas cosas. Y desde mi mexicaneidad muy arraigada, muy definida intelectual y vivencialmente, declaro que no quiero una identidad a fuerzas, sino una identidad que nos ayude a construirnos como una nación con oportunidades para todos y justicia para todos.

No me interesa tanto elegir nuevo himno nacional, bandera o evento de pan y circo en qué aplaudir, sino definir cómo construiremos, como mexicanos, nuestro futuro.

Esa tarde-noche fue quizá la primera vez que me reconcilié con mi identitad chilanga.

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