miércoles, 28 de octubre de 2009

¿Por qué escribo? Cuando la vida nos traga sin antes masticarnos

(Él solía criticarme cuando hablábamos de la vida como algo personal. Porque la vida no es un ente personal, sino algo de lo más impersonal que tenemos).

No ha habido nada en los últimos dieciocho años que me haga dejar de escribir. Ni el amor, el desamor, las desilusiones, el miedo o la muerte de quienes me rodean. Ahora que he mantenido el vicio por tanto tiempo creo que no podría dejarlo, que mucho de mi definición de quien soy está en esta frase sencilla: yo escribo.

Escribo para recordar, pero también para dejar ir ciertos episodios. Para darle importancia a las cosas o quitársela. Para ponerle al mundo lo que no encuentro en él, para cambiarlo, para cambiarme.

Para que ciertas cosas de la vida no sólo pasen, sino puedan volver a pasar. Para que otras no pasen nunca más. Porque como dice Sabines, en parte quizá sí vivimos la vida sólo para recordarla.

A veces escribo para otros. En largas temporadas, sólo escribo para mí.

viernes, 23 de octubre de 2009

Mundos-abismos (Louise Glück)

Una de las mejores poetas estadounidenses contemporáneas. Traducida al español por el generoso Eduardo Chirinos. La conocí en otra traducción (impecable) de Pura López Colomé que, probablemente, nunca vea la luz porque los derechos de su obra en nuestro idioma los tiene Pre-textos de Valencia. Admiré a Pura como a pocas personas cuando terminábamos la edición de libro, que incluía El iris salvaje y otro libro: revisaba las pruebas desde su casa o desde el hospital mientras le daba batalla al cáncer.

[...] creamos mundos-abismos de separación


Para no dejar ir si uno lo encuentra:
Louise Glück, Proofs and Theories: Essays on Poetry, Ecco Press, 1994.

miércoles, 21 de octubre de 2009

¿Y si en vez de planear tanto voláramos un poco más alto?

Quino, en labios de Mafalda.

martes, 20 de octubre de 2009

Cuando Amador se encontró con la podredumbre. Cioran entrevistado por Savater

Un libro debe ser realmente una herida, debe trastornar la vida del lector de un modo u otro. Mi idea al escribir un libro es despertar a alguien, azotarle.


Émile M[ichele] Cioran, el rumano filósofo de la podredumbre, entrevistado por Fernando Savater.

Nota al pie: Ví a Esther Seligson por primera en la penumbra de un salón donde sólo relumbraban los espejitos de su túnica. Ella dirigía una lectura dramatizada de su más reciente libro y la gente a su alrededor murmuraba que se veía bien, que estaba mejor luego de (no lo decían), la muerte de su hijo. Habló de Irma Dávalos --a quien le prologó Para alcanzar la luna-- otra de las suicidas que cruzaron su vida.

Al final, un lector vestido de negro con chamarra de piel hizo una confesión que parecía quemarle la garganta: que la traducción que Seligson hizo de Cioran le había permitido seguir viviendo. Ella pidió que le regalaran un ejemplar de sus Apuntes sobre E. M. Cioran. Cuando le pedí que me dedicara un ejemplar, ella me respondió con una evasiva. Deseando desaparecer insistí: "¿aunque para mí también haya resultado indispensable?". Esther me dijo que era muy joven para entender tanta desolación. Y luego, mirándome bien, recordándose quizá cuando tuvo mi edad y descubrió al rumano, me escribió en tinta verde:

Que Cioran te contagie su alegría de vivir. Con amor,
Esther Seligson.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Cortázar zen

(...) la comprensión del extraño lenguaje de los maestros significa la comprensión de sí mismo por parte del discípulo y no la del sentido de ese lenguaje. Contrariamente a lo que podría deducir el astuto filósofo europeo, el lenguaje del maestro Zen transmite ideas y no sentimientos o intuiciones. Por eso no sirve en cuanto lenguaje en sí, pero como la elección de las frases proviene del maestro, el misterio se cumple en la región que le es propia y el discípulo se abre a sí mismos, se comprende, y la frase pedestre se vuelve llave.

Nota *** del capítulo 95. Cita suzukiana (de Daisetz Teitaro Suzuki).
Julio Cortázar,
México, Rayuela, Alfaguara, 1992.

Hablando sobre docencia

"Creo que muchas veces, los maestros nos equivocamos y cometemos errores tremendos por culpa de esos dos pecados que siempre vienen juntos: soberbia/autodesprecio".
(...)

Sobre la postura de los maestros (que fueron el único gremio que brindó más apoyo a Hitler que los banqueros):

"Creemos que tenemos el poder, pero nos rendimos servilemente a él. Nos sentimos menos y tratamos entonces, de ser esclavos y participar de las migajas de los poderosos... (...)".

Las citas tomadas de:
Alfredo Gabriel Páramo, "Aprendices de hechicero", en: El Occidental, sábado 12 de septiembre de 2009

martes, 13 de octubre de 2009

De Wilhelm, el filósofo enamorado (hermano del viajero Alexander)

Algunas naciones se contentan más con el cuadro del mundo que les presenta su lengua y sólo buscan en ella más luz, coherencia y armonía. Otras se incrustan más laboriosamente en el pensamiento, creen no poder dar suficiente importancia al concepto, hacerlo adecuado, y descuidan la propia completitud formal. En ambos lenguajes quedan las marcas de esto (...). s/p

Pues la lengua se enfrenta en el sentido más genuino con un dominio infinito y sin fronteras, el conjunto de todo lo pensable. Eso le obliga a hacer un uso infinito de medios finitos (…). p. 131

Un lenguaje tan perfecto como el homérico ha debido rodar muy largo trecho por entre las olas del canto, siglos enteros de los que ninguna crónica nos ha sido legada. (…) El lenguaje está profundamente imbricado en la evolución espiritual de la humanidad, a la cual acompaña en cada etapa de su progresar o decaer aquí y allá, y en él se reconoce el grado de cultura alcanzado en cada instante. p. 27


Wilhelm von Humboldt
Sobre la diversidad de la estructura del lenguaje humano y su influencia sobre el desarrollo espiritual de la humanidad
(introducción y prólogo de Ana Agud)
Barcelona, Anthropos, 1990

jueves, 8 de octubre de 2009

Mi nombre mil uno

Dicen que los amantes se inventan nombres para llamarse por el miedo de asumir la intensidad de sus sentimientos.

Así, soy ahora

niña de la playa

y aún, por unas semanas más, antes de que decida visitar de nuevo a mi peluquera japonesa de a cincuenta pesos

meni pelicorta
.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Sobre el abismo (a veces insalvable) entre imaginar y hacer. Caminando al borde

Los artistas teorizan sobre lo que quieren, pero hacen lo que pueden.

André Malraux


Digo yo que es difícil que cuando un artista tiene un gran deseo, un gran sueño no ponga toda la carne de su capacidad artística en el asador para lograr que esa desequilibrada balanza se nivele lo más posible y que entre su 'teorización' y la realidad de las obras enraizadas y emanadas de ella no haya más que la diferencia natural que media entre el vehículo de las palabras y el de las materias o instrumentos que hacen surgir las imágenes (…) ¡Gran deseo, gran sueño, que yo espero ir logrando despacito!

Carmen Pallarés

Ambas citas aparecen en un trabajo de María Rosal Nadales.

jueves, 1 de octubre de 2009

Cuando el mundo era nuevo, y todo pasaba de verdad por primera vez. Una carta que escribí en 2003...

Mi vida está por ahora en otra parte, muchos caminos me seducen a recorrerlos.  Me llaman por igual lo horrible y lo bello, las miserias y las cumbres de la vida.

Estoy releyendo en desorden La insoportable levedad del ser  —quizá nunca te lo dije, pero mi vida se podría contar en libros.  Y si lo hiciera, éste sería uno de los cruciales—.  La primera vez que lo leí fue casi entrando a la universidad, y vuelvo al libro como al agua cada vez que siento encontrarme entre sus páginas. 

La insoportable levedad es un libro hermoso, y como todas las obras de arte tiene la virtud de hablar a cada quien cosas distintas.  Tiene cuatro personajes cuya suma son algo más y algo menos que el yo del autor.  Cuatro personajes que a cada quien le dice algo sobre sí mismo. 

Teresa  es esposa de Tomás.  Tomás le es crónicamente infiel porque su vida es una empecinada búsqueda de la milésima de diferencia que existen entre una mujer y otra al momento del sexo.  Sólo cuando son viejos, Tomás accede a que dejen Praga para irse a vivir al  campo.

Siempre le había reprochado secretamente que no la amaba bastante.  Su propio amor estaba para ella fuera de toda sospecha, mientras que consideraba el amor del él como simple amabilidad. 
Ahora ve lo injusta que ha sido:  ¡Si de verdad hubiera sentido por Tomás un gran amor, hubiera tenido que permanecer con él en el extranjero!  ¡Allí Tomás estaba contento, se le abría la perspectiva de una nueva mida!  ¡Y a pesar de eso se fue de allí!  (...)  ¡En realidad sabía que vendría tras ella!  Lo atraía cada vez más hacia abajo, como atraen las ninfas a los campesinos hacia los pantanos para dejarlos morir allí.  (...)  Le hacía ir tras ella como si quisiese comprobar permanentemente que la amaba, hizo que fuera tras ella hasta llegar a este sitio:  con el pelo cano, cansado, con las manos medio destrozadas, que ya nunca podrán coger un bisturí.  Llegaron a un lugar del que ya no pueden ir a ninguna parte. 
Dios mío, ¿era necesario llegar hasta aquí para que creyera que la quería?
(...)
Teresa se fue a casa y llenó la bañera de agua.  Se sumergió en agua caliente pensando que toda la vida había utilizado sus propias debilidades en contra de Tomás.  Todos tendemos a considerar la fuerza como culpable y la debilidad como víctima inocente.  Pero Teresa ahora lo comprende.  ¡en su caso ha sido al revés!  (...)  Su debilidad era agresiva y le obligaba a constantes rendiciones, hasta que por fin dejó de ser fuerte y se convirtió en un conejito en su regazo.
(...)
Ella había llegado adonde quería llegar:  siempre había deseado que fura viejo.  Volvió a acordarse del conejito al que apretaba contra su cara en su habitación infantil.
¿Qué significa convertirse en conejito?  Significa perder toda fuerza.  Significa que uno ya no es más fuerte que el otro.


Esto es de Sabina.  Sabina es una pintora, una de las tantas amantes de Tomás.  Finalmente ambos dejan de verse, y Sabina se vuelve amante de Franz.

Se acordaba de su encuentro en el compartimiento del tren en Ámsterdam. Aquella vez tuvo ganas de caer de rodillas ante él  y pedirle que la retuviera aunque fuera por la fuerza y que nunca la dejase ir.  Aquella vez deseó que terminara de una vez ese peligroso camino de traiciones.  Deseó detenerse.

Sabina es el personaje de los abandonos en la novela, la que siempre se está yendo, la que queda sola.  La que "traicionó" a sus padres, a su patria, a sus amantes.

Pero para sus adentros añadió lo siguiente:  Franz es fuerte, pero su fuerza se dirige sólo hacia fuera.  Con respecto alas personas con las que vive, a las que quiere, es débil.  La debilidad de Franz se llama bondad.  Franz nunca podría darle órdenes a Sabina.  (..)  hay cosas que sólo pueden hacerse con violencia.  El amor físico es impensable sin violencia. (...)
Sabina continuó con su meditación melancólica:  ¿Y si tuviera un hombre que le diera órdenes?  ¿Alguien que quisiera ser su amo?  ¿Cuánto tiempo iba a aguantar.  ¡Ni siquiera cinco minutos!  De lo cual se deduce que no hay hombre que le vaya bien.  ni fuerte ni débil.

A veces me siento tanto como Sabina... abandonando, traicionando.  Es un camino que nunca termina, pero es el camino que elegimos algunos.

diciembre de 2003

Milán Kundera
La insportable levedad del ser
México, Tusquets, 2002.