domingo, 28 de septiembre de 2008

Dice Facundo Cabral...

No estás deprimido, estás distraído. Por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fue dado(...) la vida no te quita cosas: te libera de cosas... te alivia para que vueles más alto, para que alcances la plenitud.

No estás deprimido, estás distraído … Distraído de la vida que te puebla, distraído de la vida que te rodea, delfines, bosques, mares, montañas, ríos.

El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso. Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Que dice su mamá que siempre no, que usted disculpe... (aunque muchos nos preguntemos si tendrá [madre, claro]). O, "Los gringos también lloran"

Estos son fragmentos de un breve discurso de George Bush, donde se explica al Congreso la necesidad de asignar 700 mil millones de dólares adicionales para enfrentar la crisis desatada por lo que a muchos nos suena al Robaproa a la gringa. Cursivas mías.

-El objetivo es preservar la economía del país. ¿A qué me suena? Algo, algo por ahí de 1994...

-He afirmado que la economía global sigue gobernada por legislaciones del siglo XX y hay que adaptarla a las finanzas del siglo XXI, que luego resultan van a ser las medidas que se quisieron abolir durante el siglo XX. Pero total, vamos p'alante

-Muchos prestamistas aprobaron créditos sin examinar la capacidad de pago, créditos que financiaban el american way of life reducido a vive ahora, paga por siempre.

-Los economistas plantean que son problemas de más de una década (...) Muchos economistas están de acuerdo en que los problemas que tenemos hoy se produjeron a lo largo de mucho tiempo. ¿En serio? Si son re listos esos señores.

-Muchos empresarios obtuvieron créditos para hacer negocios, comprar casas, autos. Hubo muchas consecuencias negativas, especialmente en el mercado inmobiliario. Eso de los créditos igual me suena, me suena, pero no sé de dónde...

-Muchas personas pensaron que iban a poder pagar sus hipotecas y no fue así. Y un buen día amanecieron con la noticia de que la moneda se había devaluado a niveles de película de terror. ¡Ah no, que eso fue acá en México!

-Los títulos o valores se venden a inversionistas en todo el mundo. Muchos pensaron que los títulos tenían valor tangible. Ahora resulta. ¿Valdrán más los billetitos del Monopolio o el Turista?

-Muchas compañías como Fredie Mac pidieron mucho dinero prestado, colocando en riesgo nuestro mercado financiero. O sea, lo mismo que los Cabal Peniche de estas latitudes. ¿Cómo se le dirá al fenómeno inverso a la tropicalización? ¿Norteñización, des-tropicalización...?

-Creo que las compañías que tomaron decisiones equivocadas deben pagar por ello. En circunstancias normales yo no habría optado por esto, pero no estamos en circunstancias normales. Porque las 'circunstancias normales' rigen sólo para los simples ciudadanos y los banqueros son semidioses.

-El mercado no está funcionando adecuadamente. Ha habido una gran pérdida de confianza. Puro deliro paranoico, desde que creyeron que se iban a contagiar de ántrax al abrir el correo ya nadie confía en nadie, caray.

-Los principales expertos del gobierno concuerdan en que si no hay una acción inmediata, puede haber un pánico en el país con más quiebras de bancos y un efecto negativo en las cuentas de jubilación, se incrementarían los embargos de inmuebles, y millones de estadounidenses pudieran perder sus empleos. Eso sí que me suena. Nos pasó, con todo y Fobaproa.

-El gobierno tratará de que los mercados se normalicen cuanto antes. Claro, metiéndole mano al dejar hacer y dejar pasar todo se puede.

-Se debe autorizar al gobierno a vigilar a las empresas para asegurarse de que su crecimiento no comprometa a la economía global. ¿Proteccionista quién?

-El capitalismo democrático es el mejor sistema que se ha desarrollado. (rete sic)

(Los puntos fueron tomados de un artículo de Fidel Castro, aparecido en Juventud Rebelde el viernes, 26 de septiembre de 2008.)

Versión ecologista sobre tema semejante (o cómo el que la hace la paga) en la página de Julián-Oliver.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Mi abue

Ayer falleció mi abuela. Se llamaba María del Carmen y tenía 93 años y medio. Aún conservaba su memoria pródiga y minuciosa, su vista perfecta y una lucidez envidiable. Llevaba como cuatro meses en una agonía lenta y, al final, su muerte fue como una liberación para todos.
Sus cuñadas y su suegra fueron cristeras y ella era súper católica, pero más bien mística. Nunca le oí sentencias moralinas y si votaba por el PAN era porque su esposo admiraba a Clouthier.
Le gustaba el box, le iba al Atlas aunque ganaran y los sábados veía la zarzuela cuando la pasaban en Canal 11.
Me crió de niña y era uno de los pilares de mi memoria. Cuando tenía dos años, me subía cargando a su cama para que brincara en ella. Cuando tenía tres años y medio y nació mi hermano, ella me compró una familia de cisnes en el mercado y me tuvo de su mano todo el día. Cuando aprendí a leer me prestó su valiosísima edición ilustrada de las Mil y una noches en cuatro tomos que nunca dejaba tocar a nadie. Cosía como los ángeles y hace pocos años me hizo un abrigo beige precioso que me pondré mañana.
Quería que le diera un bisnieto, y aunque me hubiera apurado, no habría llegado a conocerlo (así que mejor que no lo intenté).
Una de las últimas veces que fui a visitarla le llevé una maceta de casablancas.
La extraño, pero sé que tuve la fortuna de tenerla 24 años.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Otra vez, desconocidos nos desnudan

Siempre doy por los blogs por coincidencia. Buscando, como supongo hacemos todos, y encontrando otras cosas. Hoy dí con este nadieesperfecto. Nunca me había movido tanto un blog como para copiar una entrada... (bueno, quizá no es que me mueva, sino que este se ve abandonado desde enero y me da miedo que caduque). Lo he leído (un par de entradas) y es como si me leyera, como si fuera mi otro yo escribiendo en otro lado. Quizá sólo deliro de insomnio. Igual va la cita.

decíamos ayer



Ha sido el verano de la búsqueda. Debajo de las alfombras, en el fondo de la piscina, en las caras de aquellos que (decían) se alegraban de volver a verme. No he dejado ningún rincón, he recorrido caminos en bicicleta y he leído como si me fuera la vida en ello, como si en el siguiente párrafo fuera a aparecer la respuesta que busco.
En septiembre seguí buscando un reflejo en los cristales del aeropuerto, una cara conocida entre mis nuevos compañeros de curro. Seguí buscando con la urgencia del que no sabe con exactitud qué busca, palabra cosa concepto idea persona o qué.
Hasta que un día me sorprendí relajada y comprendí que me buscaba sin ver que siempre estuve aquí. Sin urgencias ni estridencias. Con menos conversación de la usual, o con menos energía, o con más miedo a no estar a la altura de las circunstancias, o amortajada por la telaraña de medias verdades que se ha tejido a mi alrededor sin que yo tenga nada que ver. Diferente, pero aún habitante de este cuerpo.

El verano de volver a descubrir, de darlo todo y disgustarme cuando no recibo nada, o de tomarlo todo sabiendo que no tengo nada a cambio. La redefinición de mi escala de valores (yo y vosotros o vosotros y los otros?), de "el tiempo se consume y lo demás no cuenta" y sentirme entonces culpable por haber perdido el día en el monte sin hacer nada productivo, pero al final no se me ocurre causa más noble ni mayor fin en sus propios medios.

martes, 2 de septiembre de 2008

El whisky es de Huixquilucan y el color dunia

Bar internacional

 

— ¿Qué va a tomar caballero?

— Pues, para recordar mi tierra, tráigame por favor un whisky doble.

— El taimado camarero analizó la elegante figura del cliente, reparó en sus rasgos evidentemente chichimecas y, con mal disimulada sorna, espetó:

— ¿A poco el señor es de Escocia?

— No, amigo. Soy de Huixquilucan.

 

Otto Raúl González, Sea breve, Ediciones del ermitaño, 1999)

 

Dunia

 

Dunias son las sonrisas que intercambian,

bobalicones, los enamorados,

dunia es la flor que no se mira nunca,

y es dunia también la primera sonrisa

de un recién nacido.

 

Dunia es el color de todo lo inmaterial,

es el color de la ausencia,

el color de los adioses

y el color con que la música y la poesía

se presentan cuando echan la casa por la ventana.

 

La piel de un potrillo o de un becerro

de tres días es de un dunia intenso,

lo mismo que las perlas en embrión,

las estrellas que no se ven desde la tierra,

los pétalos no abiertos de las flores

y los ojos de los niños que duermen

en el claustro materno.

 

Lo no tocado todavía es dunia,

como la atmósfera de los espejismos

y las plumas de los pájaros

que oímos cantar, pero no vemos.

 

Los lagos y los ríos que nadie ha descubierto

en estas selvas vírgenes de América

agitan aguas dunias

que dejarán de serlo en cuanto sean vistas.

Dunia…Dunia…Dunia...


Otto Raúl González, Diez colores nuevos, Editorial Praxis, 1993.

 

lunes, 1 de septiembre de 2008

Marchar sin miedo

Los que organizan la marcha son los que tienen secuestrados nuestros salarios.

Todo esto porque se apellidaba Martí. Pero si hubiera sido Martínez,
¿qué habría pasado?

El sábado decidí no marchar "contra la inseguridad". Porque, aunque es un problema tremendo, sus raíces de fondo son bastante complejas, entre ellas la corrupción, la pobreza y la desigualdad de un sistema de gobierno que mantiene a la mitad de la población en la pobreza al mismo tiempo que alberga al tercer hombre más rico del mundo.

No asistí también porque creo que en gran medida la marcha fue convocada por quienes detentan el poder económico. Por los Martí de este mundo, como si los dueños del dinero fueran los únicos con derecho a establecer nuestra agenda como sociedad. Porque entonces, ¿qué pasa con la privatización del petróleo, la escalada de precios de alimentos, las sentencias injustas a presos políticos, los asesinatos contra disidentes?

Ese sábado por la noche me topé con varias personas que regresaban a sus casas tras la famosa marcha. Señoras enjoyadas que trataban de escapar de la "zona de conflicto" del centro con sus playeras blancas y su inflamada conciencia ciudadana, familias enteras que se retiraban tras cenar en algún restaurante, ancianos que volvían solos a casa, padres con sus bebés en carreola.

Imagen: Notimex. Hay que admitir que la marcha tuvo una superproducción. Las velas, la gente de blanco. Y el apoyo de los grandes consorcios televisivos, TV Azteca y Televisa que también quieren secuestrar nuestra inteligencia.

Al ver a toda esa gente tan distinta tuve la misma sensación que me dejaron ciertas marchas contra el desafuero, o algunos de los eventos masivos organizados por el gobierno del DF: que la gente recuperaba las calles, que se sentía dueña de su ciudad.


Entonces pensé que marchar sin miedo en realidad se reduce a eso: a ser dueños de nuestros espacios públicos, a caminar de noche por la gran urbe, a reconocer a los otros como compañeros, como vecinos, como amigos.

Pensé también en lo afortunada que soy por andar por la ciudad monstruo sin miedo, porque no necesito una marcha para caminar por mi ciudad de noche. Como a la mayoría de los capitalinos me han asaltado, pero eso no me ha privado de caminar libremente por donde se me dé la gana, de ir a Tepito o la Lagunilla, de salir de madrugada. Porque como me dijo un serbio en India: "cuando pierdes de verdad es cuando tienes miedo. Porque quieren que tengas miedo, que te encierres, que desconfíes, que pagues a la policía. Y en realidad, no hay nada que temer".

Claro que en esta ciudad los peligros son muy reales (lo eran también en Delhi, donde una mujer es violada cada 30 minutos, y seguro que lo es también en Serbia donde han enfrentado una exterminio por razones étnicas que se asemeja al holocausto judío), pero el caso es que tener miedo no nos protege. Debemos ser prudentes, caminar alerta, desconfiar lo necesario, pero también saber cuándo confiar. Y la mejor manera de estar protegido es no tener nada que perder. Quizá por eso mi facha de vaga pobre me ha protegido mejor que un guardaespaldas o una escolta.

Quiero terminar citando parte de México secuestrado, un artículo de Eduardo González Velázquez. Porque creo que el problema es que el secuestro lo padecemos todos, no solo las personas con dinero. Que lo padecemos en nuestras esperanzas y nuestros bolsillos.

Estamos secuestrados por la impunidad que fomenta y premia las formas tramposas de conducirnos. (...) La impunidad que nos enseña que en México las cárceles son para los que no pueden pagar su libertad, no para quien comete un delito.
Estamos secuestrados por un sistema de impartición de justicia que criminaliza las protestas y los movimientos sociales, que es capaz de condenar a más de cien años a un campesino cuyo delito en todo caso fue defender su tierra y elegir libremente dedicarse a sembrar su parcela, pero que deja sin castigo a los delincuentes de cuello blanco, a secuestradores o narcotraficantes; que deja sin castigo a cientos de policías que en sus operativos violan los derechos humanos de la sociedad.
Como país, estamos secuestrados por la creciente ola de violencia que vivimos día a día. Estamos secuestrados por una política errática por parte del gobierno para combatir el crimen organizado. (...)Estamos secuestrados por salarios que no alcanzan a cubrir las necesidades básicas de los trabajadores; por una errática política petrolera que no potencializa el desarrollo del país; por un reparto desigual de los recursos y las oportunidades en el país (...).

La verdad, es que no necesitamos del amparo de las televisoras o los empresarios para hacer la ciudad nuestra. Que no necesitamos de su liderazgo para exigir nuestros derechos. Que ellos, al fomentar la desigualdad, más que paliar la inseguridad la alientan.