domingo, 21 de diciembre de 2008

Esta que soy. Afilando la cuchilla contra los peligros de la intelectualidad

De la forma ácida en que la adversidad nos construye, esto —todo esto, desde la complicidad hasta el dolor sordo y sin nombre— vino a sentar los cimientos de mi vida adulta. Porque al final, él ha sido en mi vida la puerta por la que llegan las preguntas que me hieren y las respuestas que me construyen. Porque hemos crecido juntos en el sentido de que sólo nosotros nos hacemos, pero nunca nosotros solos.

Por eso hoy lo digo, sí soy una intelectual. Y sí, la responsabilidad es casi abrumadora, no tanto por la arrogancia que conlleva la afirmación (léase a Dolores Castro abajo) como por la exigencia que entraña de mantenerme siempre sobre el filo de la navaja, de no dejar que la crítica se me oxide o sea menos hiriente, aún y sobre todo cuando es contra mí misma.



(Súmese a la lista de arrogancias la esperanza y la osadía de ponerme junto al cronopio mayor)

Por todo, no te prometo un libro, aunque a diario lo escribo.

La experiencia prueba que es más bien la llamada "intelectualidad" la más proclive a estas desastrosas sugestiones colectivas, ya que el intelectual no tiene contacto directo con la vida al desnudo, sino que se topa con esta su forma sintética más sencilla: sobre la página impresa.

—Carta de Albert Einstein a Sigmund Freud del 30 de julio de 1932.
Tomada del blog mujeresdescosidas.


Mientras tú trabajas
yo pienso por ti
y si tú sufres
yo sufro por ti
y si tú no comes
yo ya comí
y si te matan
yo no morí
—Dolores Castro, "Intelectuales S.A.", tomado del libro Soles

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Porque el amor hace milagros, pero no así... Y a mí no me cuenten que somos una sociedad que todo perdona, querida Gloria


Me lo mandó un amiga que trabaja en relaciones públicas, de una cadena que ha circulado entre colegas peridistas. La pura verdad.

Punto 1: Responsabilidad social no es recaudar fondos para solventar una necesidad social descuidada por el Estado.
Punto 2: El Teletón sí ayuda, y mucho: A Emilio Azcárraga y compañía a deducir impuestos. Lo demás, gastan más en infraestructura que en pesonal, lo cual es una barbaridad que se traduce en centros con poco personal que, por tanto, no pueden atender a tanta gente.
Punto 3: El caso Gloria Trevi nos enseña que la sociedad mexicana perdona todo, hasta la complicidad en el abuso a menores. Si ella fue víctima también, eso a mí no me queda cien por ciento claro. Y aunque lo haya sido, eso no la exime, creo yo. En todo caso, si nuestra capacidad de perdonar es tan inmensa, reintegremos generosamente a las muchas mujeres que están presas por delitos contra la salud (tráfico de drogas). Porque muchas fueron víctimas de parejas o familiares, porque muchas fueron sólo "mulas" y otras simplemente resultaron inculpadas. Discúlpenme pero para mí ellas merecerían más el perdón social que la tal Gloria, aunque cante bien y sea rete escénica.


martes, 16 de diciembre de 2008

De un coloquio sobre olvidados y excluidos... el egoísmo que es derramarse

Buscando en vano una cita para un trabajo y charlando desvelada con un amigo topé con unas notas de una conferencia que dio Paulina Rivero Weber en la facultad. El coloquio era sobre "olvidados y excluidos", y ella eligió hablar de Lou Salomé, la mujer que Nietzsche más amó, y que proponía una forma de egoísmo no individualista, capitalista ni acumulativa. Un egoísmo de ser y crecer como vía de apertura a la sociedad; un ser al copa que se llena hasta que derrama. Un egoísmo que permite darse a los demás lejos del dar mezquino como limosna.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Aunque escribir sea de nenas, van varias miradas sobre el amor... con los varios tús y varios yos interpuestos en el asunto

El amor es como los huéspedes. Lo que importa no es creer en ellos, sino saberlos recibir cuando se presentan, aprovecharlos mientras están, y despedirlos con cortesía cuando se marchan.
Noel Clarasó



Ubicuidad
Mírame bien
no vengo a sacudirte los fantasmas
ni puedo prometer hacer milagros
mas que mutiplicar mis manos en tu cuerpo
(..)
y siénteme dormir en el espacio de tu espalda
aunque a la vista estemos solamente
diciendo buenos días
en distintos extremos del mismo elevador.

Ivonne Gómez Ledezma, poeta nacida en Torreón, Coahuila, en 1979. En: Las voces del tranvía. Muestra poética de La Laguna. (Rossana Conte, compiladora), Dirección de Cultura de Torreón, 2007. p. 226

Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
(...)
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo


Con mucha frecuencia, el amado no es más que un estímulo para para el amor acumulado durante años en el corazón del amante. No hay amante que no se dé cuenta de esto, con mayor o menor claridad; en el fondo, sabe que su amor es un amor solitario. (...) No lo queda más que una salida, alojar su amor en su corazón del mejor modo posible; tiene que crearse un nuevo mundo interior, un mundo intenso, extraño y suficiente.
Carson McCullers, La balada del café triste.


El amor destruye a quien has sido, incendia a quien estás siendo, pero le da vida a quien serás.
--José Manuel Pintado, Sospechosas compañías

martes, 9 de diciembre de 2008

Por el amigo que me enseñó que el mundo es tan pequeño como lo hagamos al recorrerlo 個の画像

Fue su cumpleaños, aquél en el que sintió que su "adolescente interno" había muerto. Mientras, yo sacaba las cuentas de nuestra ahora larga amistad. En unos meses quizá regresa a Japón, aunque tampoco sea de allá, porque hay no sólo quienes nacen en lugar equivocado del mundo, sino quienes en realidad no pertenecemos a ningún lugar.



Cuando nuestra felicidad es directamente proporcional al tamaño de nuestras ojeras...

Para Rosalía, Javier y todos mis compañeros que sigen necios.

Un día me voy a reír de mí, de la que escribía correos violentos declarando que la literatura es para hacer cosas. De la que creía que "licenciad@, maestr@ o doctor@" era un apéndice ridículo que añadir(nos) cuando uno ya había sido bautizado con un nombre bastante largo. De la que prefería amar su trabajo que caer en el juego triste del poder. De la que resistía a la burocracia y sus atropellos con lecturas, abrazos y plantas. 
 
Un día, que espero sea cuando cumpla veinte años de muerta.

domingo, 7 de diciembre de 2008

La vida es una guerra sin tregua, y morimos con las armas en la mano.

Arthur Schopenhauer


Porque no eres el indicado para decir si tomé la mejor decisión o no. Porque aunque siempre somos juez y parte, en realidad mucho del desarrollo de esta historia se sustenta en tu generosidad para hacerme ver que no había nada que elegir (aunque lo haya). Porque esto es una trama mucho más estrecha y duradera de lo que creemos. Y porque, aunque lo perfecto no exista, esto es perfecto. Por eso, para ti, siempre y para siempre, una canción, un baile, las letras que por ti vomito.

Para la Palmera. Porque, como dice el poeta, "bajo el impulso del trópico es innegable delirar"

I
Tierra corrompida por el cautivo verano.
Ocio marino que descubre el abandono.
Desesperación y arrobamiento. Difusa
Pedrería dejada allí, pulida por antigua
Borrasca con el don del olvido.
Mausoleo donde las aguas generan
Desvarío y exigen la cifra de una
Belleza oculta. Hechizo que posó
Su mano, y paciencia que gesta sus indicios.
Ésas son exhalaciones de pasión y furia
Entre un hombre sombrío y una mujer que camina en el puerto.
Pero los desencuentros dejan cicatrices,
Uñas, latas oxidadas que la ola arroja a las costas,
Un vestuario de deseos torturados por la sal,
El golpeteo eterno de una puerta que
No cierra y apenas se entreabre.
(...)
X
Se arrima a la sombra de un árbol y un perro lo sigue.
De esos perros de la costa, famélicos y roedores
De pútridas cabezas de pescado y cangrejos,
Y cuyos grande ojos le recuerdan a ella.
El tufo de la caleta y el océano son su incienso y su iglesia, donde propaga Dios su extranjería.
Devoto, se somete a los riesgos que acechan en todo momento la vida.
Pero vivir en este mundo sin pertenecer a él,
¿No es ser presa de la indolencia de un evento de malicia insaciable?
Y él no declara el esplendor de nada ni asume otra idolatría
Que el cuerpo narcótico y sobrenatural que a sus ojos se levanta
Con más poder que cualquier ambición humana.
Zarpan buques.
En el entramado del muelle se cruzan otras soledades,
Otros sucesos, y el amor es un rótulo
Que cuelga en tiendas ambulantes, un farolito inconsolable, lejano, como la luz del último barco que parte.
No hay irrelevancias ni cabos sueltos.
Sólo testigos que veneran los hombres.
Una declaración, es esta, de todo lo visible.
XI
Un hombre sombrío socavado por el deseo murmura un impaciente
Nombre de mujer, cuyo supremo propósito es la presencia.
Las palabras son talismanes que obran como imán:
Hacer corpóreo lo incorpóreo, develar lo oculto.
(...)
Él, siempre a punto de partir, deja ensueños y alucinaciones
Y distendida su virilidad que es sabiduría animal,
Hierve asediado por una tempestad de los mil demonios (...)

--Mario del Valle, Trópico (fragmentos),
México, Papeles privados, 2007.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Por eso es el amor de mi vida (y soy el suyo)...

Una plática de sordos por teléfono: a rachas yo no lo oigo, a rachas él sólo distingue el murmullo de la calle por donde camino. Pero nada importa, porque concluye "No te oigo nada, pero te quiero mucho".

Una noche en Barcelona. El presupuesto para la cena era de unos dos euros. Encontré una tiendita que vendía guisados (precio según peso) y baguettes y logré entenderme bien con el viejo catalán que se negaba a hablarme en español. Fui su heroína esa noche, terminamos comiendo a cinco metros de un indigente mientras él me miraba con la luz del mundo en los ojos.

Y uno más críptico. Cuando casi como reproche le mencioné la paulatina disminución de las apasionadas letras con que me cubría, me respondió: "ahora creo en la poesía de la acción, la full brigh light".

Por eso y todo lo demás.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Con dedicatoria

Para futuros biógrafos no autorizados, algo del blog de Alfredo.

Quizá desde aquella tarde de la hamaca y la charla.
O cuando, en la noche del primero de enero nos dimos abrazo de año nuevo.
O cuando aquellos días de trabajo, sudor, noches selváticas, miradas, charlas.
O cuando decidiste quedarte en Palenque.
O cuando la reunión del "informe". Cuando te vi solo algunos minutos.

O cuando, no sé porqué, nos agregamos al messenger.
O cuando te fuiste metiendo poco a poco.
O cuando tu aventura a la India.
O cuando volviste y quería verte.
O cuando aquella primera vez.
O cuando la segunda, con cine y té.

No lo sé.

Pero tienes todo eso de lo que ya hablamos. Y tienes las noches llenas de estrellas, y el olor a verde selva. Y el pasamontañas ese que se dibuja en las y los nosotros que somos. Y la voz que protege. Y las manos que trabajan. Y eso que de pronto nos une aunque no conozcamos su color, su sabor, su sensación.

Por eso.
Aunque no me prometas cortos plazos. Aunque te atrevas a decir que es larga la vida.
Lo es, lo sé.

Pero quiero desde todos esos cuandos.

De Camus. Porque si nada tiene sentido, nosotros tenemos que dárselo

En julio de 1944 el filósofo aquejado de afecciones pulmonares (que no terminarían por matarlo, porque un accidente automovilístico sería más inexorable que esa autoprofcía) declara en una carta a un amigo: "Sigo creyendo que este mundo no tiene un sentido superior. Pero sé que en él algo tiene sentido, es el hombre, porque éste es el único que exige tenerlo. Este mundo tiene por lo menos la verdad del hombre, y nuestro cometido es darle sus razones contra el mismo destino".

Y un fragmento de La peste (acá el link al pdf del libro)

Para todos aquellos, por el contrario, que se habían dirigido pasando por encima del hombre hacia algo que ni siquiera imaginaban, no había habido respuesta. Tarrou parecía haber alcanzado esa paz difícil de que hablaba, pero sólo la había encontrado en la muerte, cuando ya no podía servirle de nada. Si otros, a los que Rieux veía en los umbrales de sus casas, al caer la luz, enlazados con todas sus fuerzas y mirándose con arrebato, habían obtenido lo que querían, es porque habían pedido lo único que dependía de ellos. Y Rieux al doblar la esquina de la calle de Grand y Cottard pensaba que era justo que, al menos de cuando en cuando, la dicha llegara a recompensar a los que les basta el hombre y su pobre y terrible amor.