domingo, 23 de marzo de 2008

¿Salió Paz de la zona de embajadas en India?, o la edición políticamente correcta

Este post es sobre una duda que me ha atormentado largamente (casi hasta el desvelo, jajaja) desde que regresé de India: ¿salía Octavio Paz de la hermosa zona de embajadas y otros sitios de la "Washington" en Delhi cuando fue embajador?
La pregunta viene porque, amablemente guiada por mis amigos Xavier y Pável, leí Vislumbres de la India antes de hacer el viaje. La obra, escrita por Octavio Paz tras sus años de embajador, es justamente lo que anuncia el título: una colección de vislumbres, de atisbos sobre la India. Sin embargo, a mi regreso me pareció indignante el hecho de que Paz pase por encima de la pobreza sin dedicarle muchas palabras (si es que se las dedica). Porque (lugar común, pero cierto), no se puede hablar de India sin hablar de marginación y de desigualdad.
Recordar el texto de Vislumbres me hizo pensar en un Paz circunscrito únicamente a las poco polvorientas y extremadamente agradables casas de diplomáticos y extranjeros ricos en el subcontinente (sé de lo que hablo, mi primera noche en el país la pasé en la casa de un miembro del British Council en Delhi, con la advertencia de que aquello "no era India"; o más bien, "también era India").
Pero hace una semana, conocí a un pintor cuyos padres estuvieron en Delhi al mismo tiempo que Paz. Iván dice que a veces su mamá y su papá iban con el escritor a los bazares de la ciudad vieja, y, mientras él se inspiraba para sus versos sobre la muerte y demás, a su madre se le hizo insoportable la mugre: el sudor iba abriendo caminos en la suciedad del rostro de la gente.
Así que, si creemos a las historias familiares narradas a Iván, sí, Paz sí salía de la embajada. Y aunque los bazares en Delhi pueden ir desde el equivalente a la Merced y el mercado de Sonora, pueden ser también una experiencia mucho más abrumante, tumultuaria y escandalosa, circundada por la suciedad que aquí vemos cuando se ha cerrado el mercado, y no cuando apenas abre.
A la vista de esto, la pregunta cambia: si Paz vio al menos los bazares de Old Delhi, ¿por qué habla tan poco sobre discriminación y miseria? Mi hipótesis es que ahí entra, no sólo la perspectiva (misma que permitiría a un poeta escribir versos en medio de todo eso), sino la edición selectiva, de acuerdo al canon de lo políticamente correcto.
India es un país que te recibe con un mazazo a los sentidos, pero también con una taza caliente de chai (deliciosa mezcla de té negro, leche, azúcar y especias) y gestos amables. Y supongo que como embajador Paz recibió muchas atenciones, mismas que quizá lo llevaron a obviar la parte de la degradación humana que se ve a diario en las calles de India. Porque además, los indios, sumidos en la fantasía del progreso y del milagro indio --algo así como en el cuento fantástico que contaba Salinas sobre la entrada de México al primer mundo-- pueden ser sumamente sensibles a cualquier persona que haga notar que, pese al avance arrollador de la economía, los progresos tecnológicos y la preparación formidable que tienen muchos indios, hay millones de personas que siguen muriendo de hambre y para muchos ese sufrimiento no es más que una tenue rasgadura en el telón de fondo del montaje de la modernidad.
Por otra parte, no es que si Paz deja de decirlo uno pueda olvidar ingenuamente que India es una nación sumamente pobre, con una brecha insultante entre el ingreso de las clases altas y las miserables. Para muestra, dejo una imagen: en Jodpur se encuentra el palacio más grande de Rajasthan (estado que hace frontera con Paquistán), encargado por el maharaja a un arquitecto inglés. Algunas de sus habitaciones están decoradas con el mejor estilo playboy, pero con una opulencia que quizá el mismo Hugh Hefner calificaría de ostentosa. Mientras, la ciudad vieja es un desfile de callejuelas intrincadas y casas semi ruinosas donde la cañería va al aire libre, y los rickshaws y motos llenan los caminos de humo, polvo y ruido.