sábado, 22 de julio de 2023

Somos demasiadæs y no podrán pasar

Anoche fui a una cantina mexa que es mi sitio favorito en Lower East Side. Mi amigo Alex no estaba, pero conocí a su sobrino Rafael.

Me encontré con Chris, a quien no veía desde un encuentro breve en un asado de Prospect Park antes de la pandemia. Recordamos la fiesta cerca de Grand Central donde hubo demasiado alcohol, él estaba súper borracho y yo terminé trenzándole el cabello a la chica más guapa después de que comimos pizza gourmet fría. 
Hablamos de nuestras peores aventuras recientes viajando. Me contó de cómo su teléfono murió en Cartagena porque creyó que la bolsa que le vendieron lo protegería del agua –obviamente no fue así.  Le conté cómo quedé atrapada por casi dos horas en un balcón en Malta, enferma de covid y mirando al Mediterráneo.
Conforme el bar se vació dejaron de poner música norteña y de mariachi para tocar Café Tacuba, Caifanes, Jaguares, Soda Estéreo, Duncan Duh, Miguel Mateos, Maná, Inspector, Maldita Vecindad. Me sentí en casa, en una fiesta de las muchas que tuve con amigæs en Ciudad de México.  Le dije a Chris que sentía que la playlist la curaba alguien mexa de mi edad. Me sorprendió reconociendo canciones de Maná que conoció creciendo en Lima. Kumbala nos acompañó mientras cerraban la sección donde estábamos y salíamos a la noche, por fin fresca. 
Pensé en Campos. En Arturo, Julio y Sandra. En mis herman@s de selva. En la paciencia con la que me enseñaron a bailar salsa y hacer ladrillos. En el amor inmenso que nos mantuvo haciendo trabajos intensos bajo el calor y la lluvia. En lo mucho que crecimos en esos viajes, en todos estos años. Ahora Sandra está en Canadá, más cerca físicamente de mí que nadie. Solo Campos sigue en la ciudad donde nos conocimos, pero nuestros lazos no se debilitan con los años. 

Hoy amanecí con esto sonando en mi cabeza. Recordé lo que nos dijo Juan Casamayor en Malasaña sobre la resaca de los 90 tras la euforia de la movida madrileña y la democracia. 
Quisiera que la letra no tuviera tanto sentido hoy como cuando Amaral la compuso. Pero también confieso que me sentí acompañada. 




Somos demasiados
Y no podrán pasar
Por encima de los años
Que tuvimos que callar
Por los libros prohibidos y las entradas secretas
Hoy todos los que un día se atrevieron a gritar
Que la tierra era redonda
Y que había algo más
Que dragones y abismos
Donde acababan los mapas
Por las noches de vacío
Cuando te ibas a dormir
Esperando que la suerte volviera a sonreír
Con los ojos abiertos esperando un milagro
Siento que llegó nuestra hora
Esta es nuestra revolución
Somos demasiados
Y no podrán pasar por encima de la vida
Que queremos heredar
Donde no tenga miedo a decir lo que pienso
Por todas las canciones
Que empiezan a nacer
Para no ser escuchadas y al fin lo van a ser
Cantadas con rabia
Por los que siempre callaron
Siento que llegó nuestra hora
Esta es nuestra revolución
Somos
Una luz cegadora
Fuerte más brillante que el sol
Revolución
Este es el día de la revolución
Por todas las canciones
Que empiezan a nacer
Para no ser escuchadas y al fin lo van a ser
Cantadas con rabia
Por los que siempre callaron
Siento que llegó nuestra hora
Esta es nuestra revolución
Por que siento que este
Es el momento
De olvidar lo que nos separó
Y pensar en lo que nos une
Revolución, este es el día de la revolución
Esta es nuestra revolución
Revolución, revolución
Esta es nuestra revolución
Revolución


Compositores: Eva María Amaral Lallana / Juan Vicente García Aguirre
Revolución lyrics © Sociedad General DE Autores DE Espana S G A E