lunes, 29 de mayo de 2006

No tengo ambiciones ni deseos.Ser poeta no es mi ambición.Es mi manera de estar solo.

Fernando Pessoa

Carta

Lo único que nos pertenece realmente es aquello que no podemos perder en un naufragio.
—Alberto Ruy Sánchez



De este lado del naufragio las pérdidas irremediables son pocas: unas caricias al gato, un deslumbrante atardecer en el Pacífico, diarios remojados por la lluvia, cervezas no tomadas con los amigos, encuentros no concretados.

Como bien lo predijera Rafa, libros, fotocopias y desordenados apuntes se amontonan en frágiles torres que amenazan con el derrumbe. Hay vasos sucios por todos lados y el polvo forma una cubierta cada vez menos fina que diluye los bordes de las cosas.

Te escribo desde la zozobra de imaginar el reencuentro. Vernos de nuevo será, otra vez, partir de cero. Descubrirte con otra barba, que atisbes el dorado de mis hombros; servirnos de la ausencia como pretexto para largos abrazos en que nuestras manos pretendan descubrir a caricias lo que ocultamos bajo la piel. Mirarnos a los ojos, abastecernos de sonrisas para transitar el próximo alejamiento.

Con sed,

Jueves en la noche

Y de pronto un jueves en la noche, uno se descubre en un autobús con la cabeza escondida en el pecho de un buen amigo y un cascabel atado a la muñeca.

Entonces el cansancio no importa, ni el tráfico ni la desesperanza, porque finalmente el aire aún es fresco, y siempre resulta consolador saber que tenemos al lado a alguien cuyas preocupaciones, dolores y alegrías, tienen una consoladora simetría con los nuestros.

El amor es entonces una cosa mucho menos complicada de lo que a veces parece. Es simplemente un abrazo sincero, un oportuno "a callar", una mirada de tristeza cómplice. Y el hecho de que nada de eso se interponga con estar deseando a otro hombre, extrañándolo e imaginándolo, recostada contra el pecho de un buen amigo, un jueves en la noche.

viernes, 26 de mayo de 2006

De Revueltas, para la esperanza

Amargo el encuentro del mal, de su gente, de su espacio. Evidentemente uno nació para otra cosa, fuera de tiempo y sin sentido. Uno hubiese querido amar, sollozar, bailar, en otro tiempo y otro planeta (aunque se hubiese tratado de este mismo). Pero todo te está prohibido, el cielo, la tierra. No quieren que seamos habitantes: Somos sospechosos de ser intrusos en el planeta. Nos persiguen por eso; por ir, por amar, por desplazarnos sin órdenes ni cadenas. Quieren capturar nuestras voces, que no quede nada de nuestras manos, de los besos de todo aquello que nuestro cuerpo ama. Esta prohibido que nos vean. Ellos persiguen toda dicha. Ellos están muertos y nos matan. Nos matan los muertos por esto viviremos.

José Revueltas