martes, 9 de diciembre de 2008

Cuando nuestra felicidad es directamente proporcional al tamaño de nuestras ojeras...

Para Rosalía, Javier y todos mis compañeros que sigen necios.

Un día me voy a reír de mí, de la que escribía correos violentos declarando que la literatura es para hacer cosas. De la que creía que "licenciad@, maestr@ o doctor@" era un apéndice ridículo que añadir(nos) cuando uno ya había sido bautizado con un nombre bastante largo. De la que prefería amar su trabajo que caer en el juego triste del poder. De la que resistía a la burocracia y sus atropellos con lecturas, abrazos y plantas. 
 
Un día, que espero sea cuando cumpla veinte años de muerta.

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