jueves, 6 de noviembre de 2008

Dicen que decía el Mahatma...

El texto es de un correo que me reenvió una amiga. Me gustó porque tiene otro cariz pensándolo a la luz/oscuridad de India. Sin embargo, creo importante aclarar que Gandhi (Gandhiji de cariño) fue criado dentro de la religión hinduísta, como parte de la casta de los brahamanes para ser más específicos. Por lo tanto, el "señor" al que se refiere no tiene nada que ver con con el "señor mío Jesucristo" ni mucho menos. Los hinduístas son esencialmente politeístas, aunque en algunas sectas existan devociones casi personales a Shiva o Vishnú (más conocido en sus encarnaciones como Krishna o Rama) que podrían recordarnos mucho la devoción cristiana a Jesús.




Como nota curiosa, Gandhi llegó a pensar que el cristianismo podía ser la religión perfecta para resolver los problemas sociales que aún hasta hoy provoca el sistema de castas en India. Sin embargo, su ilusión terminó cuando visitó una iglesia en Sudáfrica y le dijeron que con gusto lo dejarían pasar, pero sólo a la sección reservada para negros.

Señor, ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y
a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.

Si me das fortuna, no me quites la razón.

Si me das éxito, no me quites la humildad.

Si me das humildad, no me quites la dignidad.


En la imagen, Krishna instruyendo a Arjuna antes de la batalla.

Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me
dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.

Enséñame a querer a la gente como a ti mismo y a no
juzgarme como a los demás.

No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la
desesperación si fracaso.

Mas bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que
precede al triunfo.

Enséñame que perdonar es lo mas grande del fuerte y que la
venganza es la señal del débil.


Si me quitas el éxito, déjame fuerza para triunfar del fracaso.

Si yo faltara a la gente, dame valor para disculparme
y si la gente faltara conmigo dame valor para perdonar.

Señor, si yo me olvido de ti, no te olvides de mí.


Por último, un detalle. El libro al que Mohandas recurría cuando necesitaba inspiración o aliento era el Bhagavad Gita, o Canto del señor, donde Krishna (encarnación del dios Vishnú) habla con Arjuna (un guerrero) antes de la batalla. Este hermosísimo texto, que para mí es uno de los más sugerentes y profundos que se han escrito en literatura mística alguna, forma parte del libro épico El Mahabarata, mucho más extenso y al menos igual de importante para la literatura universal que la Iliada y la Odisea. Moraleja: en muchos aspectos los griegos no fueron los primeros (y si me preguntan, tampoco los mejores).

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