(Él solía criticarme cuando hablábamos de la vida como algo personal. Porque la vida no es un ente personal, sino algo de lo más impersonal que tenemos).
No ha habido nada en los últimos dieciocho años que me haga dejar de escribir. Ni el amor, el desamor, las desilusiones, el miedo o la muerte de quienes me rodean. Ahora que he mantenido el vicio por tanto tiempo creo que no podría dejarlo, que mucho de mi definición de quien soy está en esta frase sencilla: yo escribo.
Escribo para recordar, pero también para dejar ir ciertos episodios. Para darle importancia a las cosas o quitársela. Para ponerle al mundo lo que no encuentro en él, para cambiarlo, para cambiarme.
Para que ciertas cosas de la vida no sólo pasen, sino puedan volver a pasar. Para que otras no pasen nunca más. Porque como dice Sabines, en parte quizá sí vivimos la vida sólo para recordarla.
A veces escribo para otros. En largas temporadas, sólo escribo para mí.
6 comentarios:
Qué bien está esto. Me lo voy a robar para una ponencia que tengo mañana sobre Benedetti y no he empezado: "Escribo para recordar, pero también para dejar ir ciertos episodios. Para darle importancia a las cosas o quitársela. Para ponerle al mundo lo que no encuentro en él, para cambiarlo, para cambiarme".
Realmente este es un muy buen post.
¡ay!, ¿no ma menir tu mamá?
Gabriel: ¿dónde es tu ponencia? Si te sirve vas, si me citas sería lindo, jajaja.
Querido Carlos: chance.
La ponencia fue en la Anáhuac y te cité; además, el texto se va a publicar en El Sur de Hidalgo, un periódico, digamos, raro.
Yo simplemente ya no quiero que ciertas cosas pasen...
Gabriel: gracias, ¿qué tal te fue con la ponencia?
Nash: Luis Hernández Navarro de La Jornada me decía que uno de sus motivos principales para escribir es la rabia. Se vale.
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