martes, 20 de octubre de 2009

Cuando Amador se encontró con la podredumbre. Cioran entrevistado por Savater

Un libro debe ser realmente una herida, debe trastornar la vida del lector de un modo u otro. Mi idea al escribir un libro es despertar a alguien, azotarle.


Émile M[ichele] Cioran, el rumano filósofo de la podredumbre, entrevistado por Fernando Savater.

Nota al pie: Ví a Esther Seligson por primera en la penumbra de un salón donde sólo relumbraban los espejitos de su túnica. Ella dirigía una lectura dramatizada de su más reciente libro y la gente a su alrededor murmuraba que se veía bien, que estaba mejor luego de (no lo decían), la muerte de su hijo. Habló de Irma Dávalos --a quien le prologó Para alcanzar la luna-- otra de las suicidas que cruzaron su vida.

Al final, un lector vestido de negro con chamarra de piel hizo una confesión que parecía quemarle la garganta: que la traducción que Seligson hizo de Cioran le había permitido seguir viviendo. Ella pidió que le regalaran un ejemplar de sus Apuntes sobre E. M. Cioran. Cuando le pedí que me dedicara un ejemplar, ella me respondió con una evasiva. Deseando desaparecer insistí: "¿aunque para mí también haya resultado indispensable?". Esther me dijo que era muy joven para entender tanta desolación. Y luego, mirándome bien, recordándose quizá cuando tuvo mi edad y descubrió al rumano, me escribió en tinta verde:

Que Cioran te contagie su alegría de vivir. Con amor,
Esther Seligson.

2 comentarios:

ALBERTO dijo...

Hola Adriana, me complace que te guste tanto Cioran, es uno de mis escritores favoritos, sus escritos me infunden vitlaidad, alegtia, extraño no?. Besos.

Adriana del Moral dijo...

Alberto: supongo que todo depende de cómo se mire. Cioran es de esos pensadores que no hacen discursos sobre la vida, sino que erigen su escritura como la mejor prueba de que, a pesar de todo, seguimos vivos.

Es como con Nietzsche: un maestro idiota de la preparatoria le achacaba a sus libros y los discos de Nirvana el suicidio de uno de los alumnos. A mí Nietzsche me salvó: ver que alguien podía sentir tanta rabia y tanta decepción del mundo y aún así seguir adelante me hizo sentir menos sola. Hay para todos los gustos.