martes, 9 de mayo de 2017

Las mujeres en mi vida

​Queridas, ustedes saben quiénes son, y que a veces nomás no tengo fotos a la mano, pero las quiero un montón.
Hasta que estuve en la prepa no me di cuenta de que a veces me costaba trabajo relacionarme con otras mujeres. Estudié la primaria y la secundaria en escuela de monjas sólo con chicas, y conforme el tiempo fue pasando en mi vida agradecí eso porque así hice muchas relaciones entrañables con mujeres, muchas de las cuales aún conservo.


La preparatoria fue para mí un tiempo complicado de mi vida en más de un sentido. Principalmente porque justo antes de iniciarla sufrí la depresión más fuerte de mi vida por la muerte de alguien cercano a mí, pero también porque cuando estaba en el segundo año una de mis amigas de la infancia tuvo leucemia aguda y murió en menos de un año.

Para rematar mis males, la escuela era súper machista, y no me desconcertaba tanto la misoginia de los hermanos de la congregación que la dirigían como el de las maestras laicas que un día sí y otro también nos hacían comentarios que para mí eran como del siglo antepasado.


Ambas cosas me hicieron difícil relacionarme con mis pares: mis problemas me parecían muy distintos a los suyos. La menor de mis preocupaciones era quién ligaba con quién, y la mayor oscilaba entre enfermedad, muerte y la adicción que sufrieron algunas personas cercanas a mí. Hice pocas pero muy intensas amistades, la mayoría de ellas con hombres.




Luego en la universidad mi círculo era bastante equilibrado entre mujeres y hombres; aunque quizá tenía más amigos hombres, mis relaciones con mis amigas eran más cercanas en la mayoría de los casos.



Con todo, desde el año pasado que suspendí un poco el contacto con algunas de las amigas más antiguas que tenía, recientemente he tratado de construir más y mejores relaciones de amistad con mujeres. Por muchas razones, que van desde la sororidad hasta la influencia en mí del lesboterrorismo, pero resumiéndolo simplemente diré que porque elegí dedicar más tiempo y energía a otras mujeres. Vivir con rumes mujeres ha sido una experencia re linda, he descubierto chicas increíbles y la he pasado genial compartiendo lo cotidiano con ellas.



Las amigas de mis amigos también me han sorprendido enormemente. He conocido chicas maravillosas, divertidas, inteligentes, solidarias, descomplicadas. Que lo mismo me invitan a una fiesta que nos tomamos un mezcal o nos recomendamos libros o películas. Que me han prestado su cuarto cuando ando de visitante nómada sin hogar, que se han solidarizado conmigo para iniciar el baile o lograr cenas más vegetarianas.


El otro grupo que me ha hecho la vida son las activistas. Amigas de amigas, a veces de amigos, y muchas que he conocido a través de una cierta Mercadita en Facebook, que es un grupo hermoso, lleno de solidaridad y a donde acudo lo mismo para animarme que para intercambiar ropa o crear y fortalecer redes de acción para tener un mundo menos terrible.


Y también siguen en mi vida mis amigas de siempre: las muchas que conozco desde la infancia, con quienes he retomado el contacto, muchas veces en persona, pero en ocasiones sólo por teléfono; mis amigas de la prepa, pocas pero significativas, una de ellas mi socia, mi luz, mi siempre aliada; mis vecinas yoguinis incansables, luminosas, guerreras; mis amigas filósofas con el estrecho entramado que hemos seguido tejiendo entre nosotros y al que siempre puedo acudir para lo que sea. Mis amigas editoras latinoamericanas, mujeronas que admiro en todo sentido, personal y profesional.Y todas las demás que he ido conociendo de fiestas, de oficinas en las que coindicidimos, de la vida, pues.

 

Gracias mujeres, a todas. Ser madres no es lo único  ni necesariamente lo más significativo que podemos hacer con nuestras vidas. Pero gracias y felicidades a quienes han elegido de manera consciente serlo, y con ello siguen transformando el mundo. Las amo. 

martes, 2 de mayo de 2017

Sobre las selfies. Porque como especie no hacemos justicia a la evolución

En dos días he visto a tres parejas que hacen sesiones de fotos con su celular en la playa. Primero posa él, después ella. Él, casi siempre, levanta los brazos como campeón de box o se pone de perfil y ve el horizonte desinteresadamente. Ella, casi siempre, saca la cadera de lado, pone una mano en la cintura y con la otra se toma el pelo mientras sonríe. Tardan entre 20 y 30 minutos en tomar la foto que les gusta a ambos. No sé si mi molestia es porque ni en la playa puedo dejar mi neurosis y odio por el mundo atrás o porque la evolución no nos hizo justicia como especie.

Iván Avilés Calderón
Iván Avilés Calderón Mael no sé si más bien deberías iniciar ahora mismo tu sesión de fotos con tintes de desinterés! Jajaja

Elizabeth Palacios
Elizabeth Palacios Es porque eres amarguetes jejejee


Isabel Silva
Isabel Silva A qué playa te fuiste que desfilan ese tipo de personajes?! Vente al campo, juro que ni tiempo para selfies... ;)

Adriana Del Moral Creo que lo triste es que nosotros como especie, no hicimos justicia a la evolución. Toda esa capacidad craneal y el toque de fuego de la imaginación que es lo único que nos diferencia de los hermanos no humanos (porque la inteligencia defnitivamente no es) para terminar en esto... Jajajaja, te recomiendo una playa desierta. Abrazos desde NY.