miércoles, 23 de marzo de 2016

Love letter from #Harlem, NYC, para las hermanas feministas del mundo y sobre todo de la Abya Yala unida

Queridas, amadas, admiradas, y a veces tristemente no bien ponderadas herman@s:

Les escribe su carnalita anarquista desde el cuasi exilio (porque al final, pues ni banderas ni fronteras y chinga a tu pinche padre tú, so facho de mierda, D. #Trump) de Harlem, NYC, Planeta Tierra. Buenos días, tardes, noches y madrugadas sistás.

Llevo muchos años pensando esta carta que apenas ahora empiezo para ustedes, porque a veces una siente que entre más densa es la oscuridad, más cerca está el alba, como pasa en nuestra madre Gaia, pues, pero también como la ingenua optimista informada, aunque idealista que una es.



De antemano, una disculpa por todas mis aparentes ausencias y silencios. De verdad que ausencia no es olvido, y mucho menos falta de sororidad. Es sólo que a veces nosotr@s l@s anarquistas somos un poco demasiado despistad@s y otr@s. Pero ahora el "feminismo" parece ser un gran debate, incluso en la agenda de los medios más mainstream y colonialistas del mundo --aunque sea para ser malentendido, e incluso difamado. Personalmente, yo encuentro esto como una ventaja y una desventaja, pero ustedes, mis hermanas feministas, lesboterroristas, eco feministas, "feminazis", trans, queer y todas, podrán decirlo mejor que yo.



La ventaja es que, como filósofa, siempre he creído que la discusión nace la luz. Digo, a veces me ha entristecido, sobre todo en los últimos tres años, darme cuenta de que, a veces, mucho antes que la luz, llegan cosas como el encono, la rabia y, peor, el resentimiento. Pero pues libertaria irredenta como soy, prefiero incluso ese dolor de dañarnos entre herman@s al silencio o la indiferencia. 

Y la desventaja es que la banda termine malentendiendo o estereotipando el feminismo, como puede suceder y, desgraciadamente pasa casi con todo. Si no, pregúntele a los que han hecho de la mentira sobre el terrorismo casi una carrera, o de la distorsión de la verdad un negocio. Digo, nomás por dar un par de ejemplos.

Desde luego, yo no soy quién para decirle a nadie qué tan dura es o no su lucha. Digo, tengo el privilegio infinito de poder nombrarme anarquista de 4a generación, y desde luego que la vida siempre es lucha, desde la concepción hasta la tumba.




Mi experiencia como mujer anarco zapatista. No dividir, sino unir en la diferencia

Dicho esto, sólo quiero mandarles un gran, gran, gran abrazo cálido y solidario, y compartirles mi humilde experiencia. No me lean desde el juicio o desde mi muchas veces evidente arrogancia por el privilegio de mi familia o historia de vida. O háganlo así, si quieren hacerlo, digo, por mí cada quien es su am@ y se manda sol@. Yo sólo las invito a leerme como un murmullo de hoja al viento entre muchas otras hojas, con la suave tenacidad de una gota más entre la lluvia.


Punto número uno: Evidentemente, esto es la guerra. Y citando a Schopenhauer, pus sí, a veces el mayor orgullo y dignidad es morir con las armas en la mano. Pero a veces también hay buenas noticias; que aún en la guerra se tejen alianzas y en ella también debemos buscar espacio para el encuentro y la alegría compartida.

 

Yo, Adriana, aká Isabel, aká Adelita la nómada, aká obrera/amante de las palabras, apelando a mi irrevocable libertad para todo --que debo seguir defendiendo y gozando cada día--, elijo no decirme feminista. ¿Por qué?

Pues quizá porque el mayor regalo y privilegio de mi vida ha sido una libertad inmensa y deliciosa, a veces tan infinita que una corre casi constantemente el riesgo de ahogarse en ella como en el mar, pero eso es, por ahora, otra historia. Y justo por otras muchas historias de mujeres y cuates xy valientes, heroic@s y solidari@s, es que no quiero que me lean nunca de los nuncas como traidora, queridísimas hermanitas. Para acompañarlas me he alesbianado muchísimo, gracias a las dudas que en mí han sembrado las feministas, sobre todo por la suerte de ser cercana a algunas compas lesboterroristas.

Liberarse del género como sistema

Después de muchos años de tratar de volverme  más sensible a la diferencia que existe entre los así llamados hombres y mujeres, mi postura sería, con todo, mucho más cercana a la de las hermanas zapatistas, a la de muchas mujeres indígenas con conciencia política, a la de las feministas árabes como Fatema Mernissi. Creo que se resume básicamente en esta brillante cita de Francesca Gargallo, hermana de profesión y pensamiento, italiana europea de nacimiento, siempre abajo y a la izquierda por elección, orgullosamente decolonial.

(…) el género como categoría de análisis sirve para escudriñar las formas de la opresión y la subordinación social de las mujeres, para desentrañar cómo la desautorización femenina (que es una estrategia del colectivo masculino) tiene efectos materiales en los ámbitos de la vida: la alfabetización, el empleo, la salud, el poder político y la impartición de la justicia. Porque el género en sí es un sistema: una monótona y repetitiva, aunque aparentemente variada, combinación de partes reunidas para subordinar el sexo femenino y explotarlo económica, política, religiosamente, justificando la apropiación de su sexualidad por el parentesco que, a su vez, es un sistema de sistemas.

(…)Ligar el sistema de género con la identidad de las mujeres es atarlas a la subordinación de los hombres. Liberarse del género es, por el contrario, una propuesta de construcción de la propia subjetividad que implica el reconocimiento del valor cultural y económico de cada mujer, y la validación del derecho a una diferencia sexual positiva y de la desconstrucción de la occidentalización forzada. Es una posición teórica y política que reconoce la diferencia como un valor humano.

Además, quiero añadir que, desde luego para tod@s es evidente que el mundo está lleno de diferentes sistemas de opresión, que vejan y pretenden dominar igualmente, aunque de modos distintos a mujeres (normalmente mucho más crueles o intensos) y hombres. Y desde luego, como humana primero y anarquista después, yo estoy en contra de cualquier forma de opresión, sea la sea, donde quiera que ocurra.

Sucede que me asumo mujer y puedo a veces por ello ser más sensible al dolor de las hermanas triplemente oprimidas entre las oprimidas: mujeres, pobres, indígenas (o de las llamadas "minorías"). Eso no me hace menos solidaria con los trabajadores explotados casi hasta la esclavitud, por más xy o no que sean, ni con ningún otr@ herman@ human@ luchando por un mundo más libre, menos dolorosamente desigual.

Porque el enemigo natural de la mujer no es el xy, sino la opresión. Unid@s por la libertad

Pero insisto, para mí la primera batalla es siempre la libertad: de todos los seres humanos, de todos los seres sintientes incluso. Discúlpenme, pero yo no puedo y no quiero dividir mi mundo en nosotras las xx y ustedes los xy, ni en hombres y mujeres, ni nada por el estilo. Creo en la libertad y dignidad de la persona por encima de estas etiquetas o moldes predeterminados, de este binarismo ciego y exlcuyente. Y pues bueno, es sólo mi punto de vista y no estoy tratando de ganar seguidor@s y mucho menos enemig@s, sino sólo de, si es posible, entendernos más y mejor. 

A lo que voy es a que he aprendido de mucha gente, pero sobre todo de mis amados hermanit@s del color de la tierra que cuanto más grande y amplia es la pelea que un@ enfrenta, un@ no sólo se tiene que hacer más fuerte y más consciente, sino también más solidari@. Y así, a veces, pues empieza a suceder que va encontrando aliados por todas partes.



Yo siempre viviré orgullosa de tod@s l@s que lucharon, brazo con brazo, hombro con hombro, por todos los derechos de los que yo disfruto hoy, incluido el de poder elegir este día y todos los días llamarme anarquista por encima de cualquier identidad de ese sistema de opresión/división que para mí es el género. Porque soy orgullosa nieta de un xy ultra ultra feminista que me dio, junto con mi tatarabuela normalista, las dos grandes matriarcas de mis dos familias (abuela materna y una bisabuela paterna) el gran regalo de poder elegirme absolutamente, de elegir sobre todas mis otras pertenencias, la de anarco zapatista como mi más importante identidad, y, aún así, seguir siendo mujer, libre y solidaria. 

Y, como somos todas hermanas, pues sólo quiero contarles que en mi muy particular camino de vida y de lucha he encontrado un chingo de aliados xy que son re dulces, solidarios, críticos, fuertes, y también a veces estúpidos y obcecados. O sea, que son unos chingones, pero también se equivocan terrible y dolorosamente, con intención a veces, pero normalmente sin mala leche. Un poco como tod@s, ¿no?


Bueno, me tengo que ir porque acá en la ciudad el amanecer comienza y, aunque los fachos amenazan ahora con la naranja cabeza de Trump en la vanguardia, pues en mi México lindo y querido, que no termina en su frontera y es más un lugar en el corazón que en el planeta, todos sabemos que Zapata vive, como viven Emma Goldman, Virginia Woolf, Lou Salomé, la tres mil veces heroica Comandanta Ramona y much@s más.



Abrazos cariñosos y combativos. La lucha sigue, es urgente, necesaria, impostergable y solidaria.

PD. Y acá en Central Park resuenan los cascos del caballo blanco de Zapata, y en la isla de Ellis  y las cárceles de NY la alegría terca y lúcida de Emma Goldman no deja de hacer eco. Besos. Por una revolución con más baile, más amor y más risas. Y sobre todo, por un mundo donde quepan cada vez mundos, ahora sí me despido. 

A.

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