Conocí a Millás porque una maestra de la unversidad que hizo su maestría y doctorado en Madrid estaba enamorada de él. Tenía todos sus libros y lo consideraba un ejemplo canónico del periodismo literario moderno. En 2007, Juan José Millás recibió el premio de novela Planeta por una obra autobiográfica.
Sus articuentos son textos breves que aparecen --¿aparecían?-- los viernes en El País. Ya nos gustaría ver algo así en la presa nacional un viernes de estos. Porque admitámoslo, doña Cristina Pacheco y su mar de historias llegan a ser monótonos.
Este es un fragmento del articuento 195:
"Tenemos una pasión curiosa por la cáscara, de ahí la afición a las cajas, sobre todo a las cajas fuertes. Hay personas que coleccionan pastilleros vacíos, que viene a ser lo mismo que guardar bolígrafos sin tinta, con los que sólo se pueden escribir poemas inexistentes, que muchas veces son los mejores. (...)
"Conviene sacarse punta cada mañana, pese al espanto de ver cómo se agota uno. Lo complicado de sacarse punta es saber cuánto te tienes que afilar para escribir lo suficientemente claro sin romperte antes de que hayas acabado la novela o la vida".
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