lunes, 30 de junio de 2014

El desierto entre mí y el estar contigo

Variaciones sobre Al-Sharif Al-Radi

"Pasaré la noche en el inmenso desierto/ que hay entre mí y el estar contigo."
Al-Sharif Al-Radi

(...)


3 



Era el tiempo en que se nos abría el paraíso
en todos los minutos del día.
Días de minutos largos,
de palabras recién conocidas.
El ojo de la magia les daba una iluminación irrepetible. 
Y sucedió después que el paraíso era un engaño de la luz,
que a los amigos les bastaba un segundo para morirse, 
que los amores llevaban dentro una almendra agria. 



En la noche el paraíso sigue abriendo su rendija, 
un fantasma de la luz,
el que hace que los amigos estén siempre aquí,
que los amores se conformen con su almendra agria,
que el corazón no rompa a aullar en la montaña.




4



Esa noche escuchamos el graznido de los cuervos del destino
    presagiando la partida.
Esa noche que, aunque siendo de verano, nos impidió pasar
    las horas en el terrado escuchando la voz del poeta joven.
Esa noche los lobos anduvieron cerca de la casa y al inicio de
    la madrugada las flechas sombrías se clavaron en la
    puerta.
Se escuchó el gemido de las gacelas perseguidas por la
    sombra y se agrió la leche en los pechos de las madres.
Rodearon los presagios el lecho de la madrugada y el nuevo
    día nació llorando.
El viento dijo que la separación se acercaba a la puerta. 



Los cuervos no graznaron en vano:
antes de que el sol descubriera una pequeña parte de su
    rostro la casa quedó vacía.
Desde el terrado te vi correr hacia la montaña. Se fue
    perdiendo la música de tus ajorcas.



Ahora la pena ocupa nuestro lecho.



Cómo encontrar reposo durmiendo sobre los guijarros de la
    soledad no deseada.
Cómo vivir con la certidumbre de que la ausencia ha puesto
    sitio a nuestra casa ya en sombra.
Hugo Gutiérrez Vega


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