Para el compa C. que sabe cuán cierto (o no) es todo lo que digo. Para L. que me compartió sleeping en su noche de bodas con M. mientras la otra L. roncaba y yo despertaba a la M. equivocada. Para K., a pesar de su magnanimidad suicida (no, no te voy a perdonar esa madrugada de despertar en la tienda-alberca de año nuevo) porque descubrí que funcionamos mejor en campo que en la discusión teórica ;). Para el Piojo porque, aunque sus ronquidos en mi oído ya me tenían un tanto intolerante y nos debimos haber gritado menos uno al otro, me demostró que es una excelente bestia y que: a) sería el presidente ideal del club de fans del K.; b) la comaye y él son el uno pal otro, se merecen, y c) sus amigos son la ley, y fueron mis amigos. Para el Alterrealista y el Antiescritor por ser compañeros del mismo barco hacia el naufragio. Para el C. que ya es rockstar, pero afortunadamente ambos hemos madurado y sus libros ya los siento como sobrinos queridos, como los hijos que no estamos procreando (ni él, ni yo, ni mucho menos uno con el otro). Para Alfredo, que recibe mis reportes multimedia desde cualquier lugar de México y el mundo. Y para José, por su couching antropo-ontológico en modo presencial antes y vía mail a posteriori.
Volver al corazón de la selva, al café dulce y los frijoles negros como alimento básico, a los lodazales, las letrinas, las camionetas de redilas y los inefables momentos en que te preguntas por qué chingados fuiste a parar --otra vez-- hasta allí.
Volver también al silencio soleado de los potreros, a las tardes donde todo se diluye en un eterno presente apacible, a las estrellas más grandes del mundo sobre un cielo cuya negrura sobrecoge, a las revelaciones inequívocas a media milpa, a la claridad del río helado, a las confesiones entre tostadas y cantar de grillos.
Y preguntarme cómo puede alguien decirme que me quiere y negarse por principio a conocer todo esto. Porque para mí mucho de lo que entiendo amor pasa por ahí, y he comprobado con dolor que a veces creerlo es imposible sin mirarlo con los propios ojos. Por eso renuncio a seguírtelo contando.
Volver también al silencio soleado de los potreros, a las tardes donde todo se diluye en un eterno presente apacible, a las estrellas más grandes del mundo sobre un cielo cuya negrura sobrecoge, a las revelaciones inequívocas a media milpa, a la claridad del río helado, a las confesiones entre tostadas y cantar de grillos.
Y preguntarme cómo puede alguien decirme que me quiere y negarse por principio a conocer todo esto. Porque para mí mucho de lo que entiendo amor pasa por ahí, y he comprobado con dolor que a veces creerlo es imposible sin mirarlo con los propios ojos. Por eso renuncio a seguírtelo contando.
DEL AMOR Y ESAS COSAS (primeras de 7,777 partes)
Reflexiones de Don Durito de La Lacandona.
Reflexión UNO: El principal defecto del amor es que se acaba.
Reflexión DOS: A la hora del amor, al amor nadie le pregunta su opinión.
Reflexión TRES: Antes del amor, se suelen quemar las naves que después, en el desamor, serán reconstruidas con rapidez.
Reflexión CUATRO: En el amor, fastidia la cercanía continua y desesperan las ausencias extendidas en tiempo y distancia.
Reflexión CINCO: El problema en el amor no es quitarse la ropa, sino quitarse el miedo.
Reflexión SEIS: Al amor nadie lo entiende, pero quienes menos lo entienden son los enamorados.
Reflexión SIETE: El amor es la única búsqueda donde, cuando uno, o una, según, encuentra, se pierde.
De: El amor visto desde afuera
(Segunda parte de "El amor, sus modos y ni modos")
Junio del 2007.
Morelia, Michoacán.
Junio del 2007.
Morelia, Michoacán.
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