martes, 5 de abril de 2011

De los vaivenes laborales, o esto que llaman ser adulto

No estoy triste. De hecho, la mayor parte del tiempo estoy contenta.

Sé que en mi ausencia muchas cosas cambiaron, y que no todas fueron para bien.

A veces siento que fue mi culpa por no estar, a veces creo que irme sólo dejó que las cosas cayeran por su propio peso. Que en esto no hay para bien ni para mal. Que las cosas son.

 Are y Nájar. Estaban y ya no están, no igual. Tomé la foto para probar mi cámara el último día antes de tomar el avión. Nunca sabemos cuando una imagen puede ser la última de una época. 

A veces recuerdo que no me gustan los cambios. Otras veces me sorprendo porque en realidad me encantan. El problema es que con estos aún no decido si me gustan o entran en la creciente categoría de las cosas que no quisiera que pasaran, no en mi vida.

A mi regreso me veo más... no sé decirlo. ¿Madura, chalada? Quizá ambas cosas. Lo cierto es lo soy , lo estoy, más que nunca, en un equilibrio por hoy perfecto entre la adolescente  anarco-hippie que nunca dejé de ser y empresaria joven que he llegado a ser. Pero ahora sí, sin conflicto. Al menos por ahora, con una certeza que calculo me durará al menos tres meses.

A mi regreso me doy cuenta de que cada vez hay más cosas que hago y que ya no cuestiono. Así es. Así soy. Así somos. Y sí, para mí todo tiene que tener razones, pero las razones para escribir correos a un cliente transnacional desde un okupa español no pueden ponerse en palabras. Son razones que se resumen en una mirada cómplice bajo la luz de un foco a media noche; que se esconden tras la sonrisa del par de ojos que cada vez encuentro más claros, siempre sus ojos.

Nosotros, los de entonces, en la fiesta de mi cumple 27.
Porque en cualquier lugar que nos juntemos dos compas de aquella época, de aquel lugar, volvemos a estar todos juntos, y así fue en Madrid este invierno.

Y la mayor parte del tiempo, lo único que lamento es no tener el derecho a preguntar qué pasó. Porque sí, yo lo que quiero es saber. Porque odio los malentendidos y las dinámicas estilo la secu. Porque mi apoyo es incondicional, pero eso nada tiene que ver con mi capacidad para entender distintos puntos de vista y mi talento-maldición de ser la primera en encontrar los peros a este imposible que ahora llamamos oficina.
-----------------------------------------------------
Epílogo:
 Unos se van, otros llegan. Lo único cierto es que nunca nos aburrimos. O casi nunca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Adry, gracias por las palabras que nos dedicas. Nada hubiese cambiado, al menos en mi caso el que tú estuvieras ahí o no. La libertad es todo lo que soy y lo que defiendo. Ahora vivo en cielos amplios y brillantes.
Gracias por todo el conocimiento que me compartiste.
Seguimos en contacto, y la próxima vez que casi choques conmigo, salúdame. Me encantará la sorpresa.

Un abrazo. Ashanty_x

Adriana del Moral dijo...

Are: me alegra saber que estás bien, que eres feliz. Porque la libertad es ante todo una cuestión interna, pero a veces un cambio de aires la refuerza. Y claro, te saludaré. Tú también salúdame. Abrazo.