miércoles, 10 de febrero de 2010

La luz que se nos fue

Murió Esther Seligson, maga de las palabras de las faldas susurantes y gestos definitivos. Murió la viajera perpetuamente exiliada, la maestra, la traductora, la mística. Pero no se mueren quienes nos revelan la eternidad.



Si para que el mundo existiera tuvo que operarse un vacío, y si para que el hombre ocupara un lugar en él tuvo que operarse otro vacío, ¿qué tenía entonces de particular que los humanos fuesen seres de nostalgia?

Esther Seligon, La morada en el tiempo

El cuerpo no es un laberinto donde se pierde otro cuerpo tanteando a ciegas; es, por el contrario, un lento descender en círculos concéntricos y aún más lento ascenso aglutinante (...); sendero que el tacto recorre con parsimonia gozosa como quien deja corren entre los dedos uno a uno delos granos de arena, las gotas de agua...

Esther Seligson, Diálogos con el cuerpo

El aroma de las calles revuelve en mi boca el sabor de tu ausencia.

Para mí el adiós no fue una separación ni una partida. Decir adiós es alejar a la muerte, desafiarla, reducirla, deshacerse de ella porque ella se deshace de sí misma. Decir adiós, avisan los poetas, es el más fuerte de los asideros, la medida mayor de la resistencia a separarse.   ¿Y se acaba un adiós?   No tenía por qué dudar de su fidelidad ni por qué temer el olvido:   habíamos creado un puente que ambos sabríamos atravesar de orilla a orilla sobre el río de la ausencia.

Esther Seligson, Sed de mar

Aquello que desconoces de ti mismo es lo que te impide amar.

Esther Seligson, Hebras

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una gran pérdida para la lit mexicana...