Domingo. Día perezoso. Fuimos al MUAC a ver la exposición de Cildo Meireles, a desayunar en La Parroquia. La vida es una sucesión de pequeñas cotidianeidades, de instantes intrascendentes en los que, a veces, uno descubre oculta la felicidad.
Junto al lavabo, adivinando uno en el otro la sonrisa en la oscuridad, cantamos "sangre de perro, en los grifos"... "y lloras con tus lágrimas, lágrimas, lágrimas de sangre de perro". Bendito Corcovado.
En la tarde lavé mi bolsa roja recién comprada en Oaxaca. Me traje a Meireles a casa. Y dormimos, y dormimos. Y todo fue cálido, cotidiano, perfecto.
Para ver buenas imágenes de la exposición: el Flickr de Miguel Oz.
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