sábado, 13 de mayo de 2023

Día de las madres. Abuela / abuelita

A la distancia, no me gusta este texto (parece de la #RosaDeGuadalupe), pero me pareció "idóneo" para el #DíaDeLaMadre, pues los mexicanos exudamos melodrama.
A ver qué les parece (háganlo pedazos):
Jamás pude llamarle abuela. Inconcebible siquiera imaginar "abuelita".
Lo primero que recuerdo: era una mujer enorme (y no me refiero sólo al tamaño); algo había en su porte y su presencia que imponía, más que respeto, precaución.
Muy elegante, perfectamente bien peinada (nunca antes había visto a nadie con ese tipo de copetes tan altos y ondulados), pocas alhajas y cadenas pero de alto valor ; su ropa, evidentemente costosa, despedía cierto olor a naftalina… Y su voz, su potente y ronca voz, oscilaba entre la orden o la enmienda. Frases cortas y contundentes. Incluso su nombre inspiraba una oscura solemnidad: Catalina.
Sabíamos cuándo vendría a casa porque mi madre se ponía (y nos ponía) a limpiar de forma acuciosa cada rincón y cada objeto, como si un general de división viniera a revisar, con guante blanco, el menor indicio de polvo y, de encontrarlo, enviar al paredón al responsable de la más diminuta mancha. Por fortuna esto no ocurría seguido pues ella vivía fuera del país.
Según testimonios de mi madre, la suya siempre fue una mujer "de armas tomar". Y esto último no es alegoría, pues cuando mi abuelo (un cacique que ya había tenido varias esposas con las que cada una concibió al menos 8 hijos hasta morir de parto) intentó retenerla en vano, Catalina lo paró en seco con una de las tantas Colt 45 que él mismo había escondido en diversas partes de su hacienda, pues cada tanto surgía algún grupo de rebeldes que deseaba (infructuosamente), acabar con la tiranía del amo.


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