lunes, 11 de junio de 2012

#YoSoy132 y marcho, no me marcho. 10 de junio 2012



Para Pampos, y el resto de la banda, con todo mi amor.
Para los  hermanos perredistas y los hermanos panistas.
Para los Otros hermanos.

Cuarenta-y-ún años han pasado desde el halconazo contra los manifestantes de la ciudad de México en una época en la que se creía que el país sí iba a ser democrático y sí iba a cambiar porque la sangre de 1968 no había caído en vano.

Que podrían regresarían los exiliados, creyeron.
Que la autonomía universitaria se podría preservar con marchas, creyeron.
Y les respondieron paramilitares entrenados por la CIA con golpes, porrazos y armas de fuego.
Se habían equivocado, y el error siguió costando cada vez más sangre al país. A las guerrillas urbanas y campesinas de los 70 y los 80 (por no decir hasta el presente), pero también a niños, ancianos y civiles que no cometieron más delito que ser pobres, que querer levantar su voz contra la dictadura perfecta.



Ayer volvimos a ser universitarios. Todos. Los que lo fueron hace 40 años o más. Los que lo fuimos apenas antier. Volví a sentir las lágrimas acudir a los ojos al escuchar las consignas de siempre, actualizadas al momento actual --que a veces no es tan distinto de hace cuarenta años como uno  quisiera--: "Asesinos, asesinos". "Aquí se ve, aquí se ve... Aquí se ve que presidente Peña Nieto no va a ser" "...Por hijo de la chingada, al son de su puta madre...".

Leí cerca del Sheraton una pinta que decía "La sangre de los caídos riega la primavera mexicana" con el rostro de Alexis Benhumea pintado en morado con esténcil y aerosol. "Alexis no murió, el gobierno lo mató".

Y me quedé con los puños apretados de rabia como es quizá normal siendo mexicano en esta época, pero también por la novedad de que algunos de los que ya no somos tan jóvenes envejecimos precozmente este 2012. Y veo con tristeza que, soberbiamente conformes con nuestras luchas, con nuestros logros, con nuestra juventud airada, con nuestro justificado desprecio por la democracia meramente electoral, muchos de los que marchamos hombro con hombro y codo con codo con Atenco --que somos todos-- entre 2002 y 2006 ahora  nos sentamos a criticar a los más jóvenes del #YoSoy132 que acompañan ahora el relumbrar de los machetes y la infinita capacidad de resistencia y dignidad que siguen mostrando los pobladores de San Salvador Atenco.

¿Dónde estamos nosotros, los que fuimos universitarios entonces, los que dejamos de serlo hace menos de diez años? Contra mis compas que piensan que los jóvenes de 132 son un mero fenómeno mediático, ovejitas saltando al compás de las exigencias de perredistas (sobre todo) o azules contra prinosaurios, yo creo que los jóvenes de hoy son nuestra última esperanza para salvar a México de la estupidez y la mediocridad de devolver al tricolor a los Pinos, ahora sí por elección "democrática".


¿Que algunas de sus demandas son demasiado ambiciosas? Sí. También lo eran las de los jóvenes de 68 y las de todos los movimientos que defienden causas aparentemente imposibles, que son las mejores y más urgentes de todas. ¿Que muchos de sus oradores con acento de ricos y poses de niños bonitos dejan mucho que desear? También. Son estudiantes, no oradores profesionales, y muchos de ellos se han formado al tenue calor del debate en clase, no de la asamblea multitudinaria con los mejores vicios y virtudes del CGH. Pero recordemos, si el movimiento hubiera empezado en la UNAM, nuestra alma madre, los medios en bloque lo hubieran tildado de "un grito más de los revoltosos de siempre" y su voz se hubiera hecho más inaudible para toda la sociedad.

Como dijo Taibo, yo sí creo que así como los estudiantes magonistas salieron a retar el orden porfiriano y así como los jóvenes se levantaron en 68 contra el autoritarismo y les respondieron con balas, estos chicos son lo mejor de nosotros, la mejor de nuestras esperanzas. Y no, yo no voy a matar la flor de la esperanza aunque sea una flor chaira y un tanto amarilla.

Creo que el 132 ya logró lo que 68 logró en cierto sentido: la unidad de los estudiantes del Poli, la UNAM, UAM, UACM y demás universidades públicas con los de la Ibero, el ITAM, el Tec, el CIDE, la UVM y demás universidades particulares, muchos de los cuales descubren por primera vez lo que significa que el autoritarismo te amenace. Creo que las marchas de esta primavera que se convierte en verano logran lo que se olvidaba en muchos dos de octubre de mi época: caminar juntos, codo con codo, porque todos somos mexicanos y nuestro México nos necesita; dejar fuera las rivalidades estúpidas entre pumas y politécnicos, entre ustedes los ricos y nosotros los pobres, etcétera, etcétera.

Yo le deseo larga vida al movimiento 132. Que viva más allá, por lo menos, del 1 de julio y de la toma de protesta presidencial del que quede. Porque nos lo deben chavos, a quienes no tuvimos la coyuntura que ustedes hoy tienen. Lo deben a quienes han luchado desde antes que ustedes nacieran por una mayor apertura de los medios. Lo deben a los hijos, viudas y huérfanos de 1968, 71 y la guerra sucia. Se lo deben a México, y sobre todo, a ustedes mismos.