"Si tienes un hombre maravilloso, que ayuda a balancear tu mundo, que para ti es perfecto, que te hace reír, que te demuestra su apoyo, que es tu mejor amigo, aquel con quien quieres envejecer, entonces copia esto en tu muro".
Lo leí en el tuiter de mi mejor amiga. Y pensé en cuántos hombres maravillosos (y desde luego, mujeres también) hay en realidad en mi vida. Que son perfectos para mí, no porque desconozca sus defectos, sino porque con el tiempo éstos han devenido en razones para quererlos también. Hombres cuyas virtudes admiro, cuyas vidas respeto, cuyos caminos he acompañado. Que han estado para mí apoyándome y haciéndome ver el otro lado de la situación cuando lo veo todo oscuro, cuando necesito una sonrisa, un abrazo o simplemente una dosis de humor no excenta de cinismo para reírme de todo y de mí misma y seguir adelante. Hombres con quienes he compartido alcohol y noches de baile, charlas interminables, intercambios de ilusiones y desilusiones políticas, intelectuales, amorosas, vitales. A veces hablamos de cómo seremos cuando seamos viejos y yo siga usando rebozos y luzca mis canas, cuando ellos estén calvos o sordos y sigamos discutiendo por las mismas tontas razones de siempre y riéndonos al recordar los viejos chistes de nuestra juventud.
¿Quién dice que el hombre de tu vida es un solo hombre? El primero de mi vida es mi hermano. Desde luego, mi pareja ocupa un lugar central entre ellos, y entre ambos sumo a varios amigos, algunos antiguos, otros más nuevos. Por estas razones "pego" esto en este "muro". Porque si lo subo al caralibro seguro me tachan de pornográfica, o me llenan de preguntas que no tienen respuesta.
(Además, esta primavera prometí no hacerme preguntas. Sólo para ver que se siente).