la mecánica del surtidor, diminutas fuentes sin pretil de piedra. En cada uno de estos surtidores brillaban todas las lámparas del parque y eran tantas que el piso parecíaEn cada uno de estos surtidores brillaban todas las lámparas del parque y eran tantas que el piso parecía iluminado, parecía lleno de enormes estrellas. Sentí que no tenía donde pisar, que el piso era el cielo y que en el gris cielo de la tormenta nunca volvería a brillar la luz de un sol que me indicara dónde colocar mis pies para no caerme en el fondo de la noche.
Antes, Carmen Boullosa.
Esa sería una historia de mi infancia. La otra sería Tideland, aunque no tuve papá yonqui, sí jugué con muñecas que mi hermano decapitaba.
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