Algo de esperanza/desesperanza, confesiones por escrito y memorias de los mejores textos que me envían/encuentro.
Porque lo contrario de ficción no es realidad, sino realidad desordenada, éste es mi diario ficticio, producto de la desmesura de mis amores y mis dignas rabias.
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martes, 10 de abril de 2012
Arder (de ti, para mí, aunque tú no sepas)
Cuando nos besamos trituramos un ángel. Su última voluntad será nuestro deseo. Tiempo habrá para escupir sus vidrios de colores, su sombrero de plumas, barajas manoseadas por tahúres y ahora
hay que hacerlo entrar, ofrecerle licor (que él viene de morirse), acercarle una silla (que lee en la oscuridad).
Dirá sus baratijas, su forma de guiarnos al secreto de la vieja estación. Dirá que el vino está hecho de hojas secas, que puede hacer un fuego con tu rostro y el mío. (Ni un centavo de luz a su trabajo).
Cuando nos besamos desollamos un ángel, un condenado a muerte que va a resucitar en otras bocas. No tengas lástima por él, sólo hay que hincar el diente y triturar al ángel. Abrir tus piernas blancas y darle sepultura.
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